Martirio

La semana pasada, el jefe de la Casa del Rey se dolió del «martirio mediático» que está sufriendo la Corona por el caso Nóos. La Zarzuela no se siente torturada por las actividades presuntamente delictivas del marido de la Infanta Cristina, sino por la instrucción del juez Castro y su repercusión mediática. Eso mismo pensó La Moncloa después de leer EL MUNDO en la mañana de ayer. Mariano Rajoy no se siente martirizado por el presidiario Luis Bárcenas, que lo pasa bomba en Soto del Real, sino por Pedro J. Ramírez. O, mejor dicho, por la extraordinaria capacidad fabuladora del periodista, empeñado en inventar novelas –o novelones– acerca de la financiación irregular del PP, de las reuniones folletinescas de Rajoy con Bárcenas, de las andanzas del artificiero desactivador de bombas Javier Arenas o del lado oscuro de la pulcra y honrada secretaria general, que torció el brazo del ex tesorero y después hizo el mayor striptease de un partido en toda la Historia. Si a ello añadimos las «extrañas caídas» que han dejado en coma a Álvaro Lapuerta, segundo testigo de cargo de la financiación del PP, ya tenemos el novelón completo. Con una adenda especial para Gallardón de parte de los que tienen cuentas con él.

Mariano Rajoy simula haberse sometido a una operación extracorpórea de tal forma que el tema Bárcenas es como las novelas históricas que lee en verano. Resulta muy entretenido para los medios de comunicación, pero constata que a él no le afecta. Está dispuesto a soportar el martirio diario atribuyendo las noticias sobre su ex tesorero a las furiosas ganas que tiene mucha gente de sacarle de La Moncloa, ahora que ha encarrilado la crisis económica. Sobre todo algunos periodistas, y no le gusta señalar porque es una persona educada.

La angustia y la conmoción que Bárcenas provoca en sus compañeros de partido le parecen al presidente ganas de martirizarse tontamente. Toda esta basura se la llevará el viento y entonces él les dirá: «Véis como no había para tanto, ya os dije que me hiciérais caso». Todo esto es lo que el presidente quiere que parezca, pero no lo que es. Rajoy calla no porque la situación no le preocupe, sino porque no puede hacer nada. Cuando las cosas llegan a este punto, alguien tiene que morir –políticamente hablando– y él no está en condiciones de ofrecer la cabeza de nadie.

Mientras todo esto se cuece en el PP, los verdaderamente martirizados son los españoles, que cada día se levantan para ir a trabajar obligados a asomarse al basurero de la corrupción. Por si en La Moncloa no se han enterado, según el #InterBarómetro, elaborado con una muestra de 3,6 millones de opiniones en internet y en las redes sociales, Luis Bárcenas fue el personaje del que más se habló en los primeros meses de este año. El periodista Carlos Rubio, de Efe, se ha tomado la molestia de comprobar que la búsqueda de Luis Bárcenas en Google genera 1.780.000 entradas. Y el Tribunal de Estrasburgo, en una reciente sentencia, ha decretado que las personas que aparecen en el buscador –por asuntos poco gloriosos que protagonizaron en el pasado– no tienen derecho al olvido.

Puede, solo puede, que el PP se esté equivocando en su estrategia.